Tras el allanamiento, las detenciones arbitrarias y un derrotero de encarcelamientos que siguen teniendo como como víctimas centrales a mujeres mapuche del territorio recuperado de Lafken Wincul Mapu, en Villa Mascardi, la antropóloga feminista Melisa Cabrapan Duarte, integrante de la Confederación Mapuche de Neuquén, evalúa una nueva cacería de brujas y analiza el recrudecimiento de los ataques sobre las comunidades, en lo que considera una vuelta temible a la lógica criminalizante de la Campaña del Desierto.
Por Roxana Sandá – Fuente: www.pagina12.com.ar
Tras el sobreseimiento y la liberación de una de las mujeres mapuche detenidas por un comando unificado de fuerzas federales en el operativo de allanamiento y despojo de Lof Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, el resto continúa en situación de encierro, unas con prisión domiciliaria y otras en la sede de la Policía de Seguridad Aeroportuaria de la ciudad de Bariloche, donde el año próximo se realizará el 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries+. En una emboscada a los tiros y con gases lacrimógenos sobre los territorios ancestrales que resguardan junto a sus familias hace cinco años, fueron acorraladas, detenidas, separadas de sus pu pichikeche, sus niñes, aún en lactancia o con sus panzas de embarazo, exhibidas para la foto nacional, esposadas y trasladadas en avión a Buenos Aires, luego de un derrotero por centros de detención que culminó en la cárcel de Ezeiza. Vulneraron sus cuerpos y su espiritualidad con requisas y desnudeces, les impidieron preguntar y nunca recibieron explicaciones, aun cuando ellas saben mejor que nadie que las violencias no argumentan. Desde la Lof Newen Mapu que habita, a 15 kilómetros de la ciudad de Neuquén, la antropóloga mapuche feminista Melisa Cabrapan Duarte entiende que llegó el tiempo de volver a fortalecer Wallmapu, territorio ancestral, y de estrechar alianzas en un contexto de hostilidad, ataques y amenazas que recrudecieron en los últimos años y se direccionan especialmente sobre los cuerpos de las mujeres y sus hijes. “Están atentando contra nuestro sostén como pueblo y contra el sostén de nuestras identidades, porque el sentir, la espiritualidad, las creencias y las maneras de manifestarnos y relacionarnos son profundamente políticas.”
Lo que ocurrió en Lof Lafken Winkul Mapu interpela a las comunidades sobre las formas de lucha que deberán darse en adelante.
-Nos venimos reuniendo y dialogando en forma virtual. El allanamiento, desalojo y detención los vivenciamos como si nos estuviera pasando a nosotras, porque también somos afectadas en múltiples sentidos. Hay mucha angustia en las lamien, pero debemos estar fuertes para esos cuerpos que fueron afectados directamente, junto con sus subjetividades, sus familias y sus territorios. Tenemos que darles nuestro newen, nuestra fuerza, nuestro zomo newen, la fuerza de las mujeres, para encontrar las vías de manifestarnos y cuestionar la criminalización y la persecución que atentan contra nuestras creencias y contra lo que concebimos sagrado, y desde ahí ver los modos en los que colectivamente queremos posicionarnos.
Descendiente de habitantes del Gulumapu, territorio cercano al volcán de Villa Rica, en Chile, que sufrieron desplazamientos hasta llegar a Bariloche, dond nació, esta referenta de la Confederación Mapuche de Neuquén atravesó su proceso de resurgencia identitaria mientras estudiaba Antropología Social en la Universidad de Río Negro, y en su doctorado en la Universidad de Buenos Aires, especializada en estudios de género. “Todo lo que pasó en Lof Lafken Winkul Mapu me hace pensar en esos caminos de organización que conllevan las recuperaciones territoriales y los vínculos”, explica Melisa. “Esa espacialidad que nos va llevando de un lado para otro y que, con el asesinato de Rafael Nahuel, el 25 de noviembre de 2017, fue crucial y un camino muy triste. Pero en realidad son ésas las experiencias de la mayoría en estos territorios.”
Hablas del asesinato de Rafael Nahuel, también de Lof Lafken Winkul Mapu, de un disparo en la espalda, por un integrante del grupo Albatros de la Prefectura Naval, y de las irrupciones violentas, como un hilo conductor del despojo territorial y el empobrecimiento.
-Como pueblo mapuche, hoy nos paramos desde el decir que aquí hubo un genocidio reciente, de hace casi 150 años, y del que fue responsable el Estado argentino, que expandió sus fronteras. El despojo territorial del martes 4 fue motorizado por múltiples sistemas de opresión, que no responde a procesos racistas de exterminio total, como sí ocurrió con el genocidio a finales del siglo XIX. Pero son los mismos mecanismos patriarcales y sexistas que fragmentaron a las poblaciones, y derivaron a las mujeres a la servidumbre o a la explotación.
En la conferencia de prensa en rechazo a la represión contra las mujeres, “secuestradas por el Estado”, dijo Soraya Maicoño, la vocera de Lof Lafken Winkul Mapu, manifestaron que la imagen de esas detenciones reeditaba la foto de las prisioneras y prisioneros de la Campaña del Desierto.
-Es un paralelismo y una analogía cruentos, y deshumanizante, al vaciar toda la capacidad de agencia que tenemos como personas, incluso como ciudadanas de este país con documento de identidad argentino, que es el posicionamiento desde nuestra organización, más allá de reivindicar que nuestra nación es la mapuche. Esas imágenes nos remiten al despojo, a esa exhibición y quietud en la que se ponen los cuerpos. Es un espanto que pueda avalarse ese tipo de deshumanización que creíamos terminada y vuelve a acontecer. Son dolores que están en la memoria del pueblo mapuche y en la de los mayores, que saben de esas corridas de tirarse al río y simular haberse ahogado, de simular ser prisioneros como para no mostrarse como mapuches que escapaban. Lo que ocurrió con nuestras hermanas nos convoca, nos espanta y nos entristece.
Quedó expuesto el encarnizamiento específico sobre las mujeres.
-Las mujeres mapuche se han dedicado históricamente a servir, pero ese origen que las sacó del campo era parte de la lógica patriarcal, y los hombres fueron los que se quedaron y preservaron de alguna manera esa propiedad comunitaria. Estos procesos resultan fundamentales para comprender el presente: hoy las mujeres son parte activa del retorno a los territorios. Aun reconociendo esas ocupaciones y sometimientos, porque sabemos que nuestras abuelas y bisabuelas fueron parte de los desplazamientos forzados, no solo de los que llevaron a la gente a los museos, donde después eran exhibidos sus esqueletos y sus cráneos, sino también de los desplazamientos a las ciudades, para servir a las grandes familias. En esas migraciones internas las mujeres fueron construyendo otra espacialidad, pero los despojos de los saberes, del decirse y reconocerse mapuche, de hablar el mapudungún, el idioma mapuche, ocurrieron de todos modos.
Los medios hegemónicos remarcaron conceptos como usurpación y toma ilegal, y la jueza acusó a las mujeres “de haber turbado la posesión de predios”.
-Nosotres buscamos revertir ese despojo territorial precisamente recuperando los territorios, resguardándolos y reivindicándolos como propios, pero no desde un sentido de usurpación de la propiedad individual o privada, porque no es ése el proyecto político del pueblo mapuche. El allanamiento, desalojo y detenciones están planteados en términos capitalistas, como si fueran tierras de señores hacendados. Es un enfoque distorsionado, diferente del enfoque del universo mapuche.
¿Los discursos de odio y los operativos militarizados responden a esa lógica de la propiedad privada?
-Sí, porque no pueden salirse de esa manera de evaluar, juzgar y castigar las prácticas de retorno y recuperación de los territorios; consideran que están restituyendo tierras a sus propietarios. En primer lugar, no reconocen que hubo un genocidio del Estado y que se despojó. Descolonizar no es una metáfora, es devolver la tierra, como dicen les autores de las primeras naciones en Canadá, mediante una vía de restitución concreta. Sin embargo, esta lógica del capitalismo convirtió esos territorios libres en propiedades privadas: existen intereses de megaproyectos extractivistas, de signo turístico y privado, solo por tener propietarios extranjeros. Al retornar al territorio o al resguardarlo, también construimos como pueblo que la posibilidad de küme mongen, un buen vivir, pasa por vincularse desde otro lugar que no es el de la pertenencia.
No parece casual que en el allanamiento a Lof Lafken Wincul Mapu destruyeran el rewe, espacio ceremonial.
-Es que el extractivismo, que es ni más ni menos que la mercantilización de la naturaleza es llevado a cabo por varones blancos que extraen, toman y usan, incluso con una idea meramente de paisaje, por ese turismo que llega a territorios bellos y cargados de fuerza, saca la foto y sigue de largo, lo que también es una expresión extractivista de no estar de verdad en interrelación con esas fuerzas que habitan la tierra. El rewe, tan importante porque los territorios se ven fortalecidos por ese espacio, significa la búsqueda de la concreción de esa comunicación, que ahí se pone de lleno en su práctica. No es fácil despojarnos o deconstruir el capitalismo que se ha metido en las prácticas humanas y en las relaciones sociales. En la Confederación Mapuche de Neuquén tenemos experiencias de recuperación de nuestros territorios, que nos enseñan cómo se sostiene esa vida comunitaria.
¿Qué lugar ocupan las mujeres y diversidades en este entramado?
-Las mujeres tienen un papel fundamental. Siempre han sido las transmisoras de conocimientos y espiritualidad, en roles distribuidos con los varones. Estamos buscando maneras de incorporar otras identidades no binarias a medida que van surgiendo. Y si pensamos en Wallmapu, hay diversas experiencias, opiniones y entendimientos de abordar las diversidades sexogenéricas. Se me hace imprescindible repensar este binarismo que forma parte de la lectura de las relaciones de género al interior del pueblo mapuche, y también a partir del colonialismo impuesto y del mismo sistema patriarcal, heteronormativo y binario del que somos parte y nos afecta.
En su cuenta de Twitter anuncia “Investigo, escribo y vivo para cambiar el orden desigual de las cosas”. El libro “Género, sexualidades y mercados sexuales en sitios extractivos de América Latina”, compilado junto con Susanne Hofmann, reúne buena parte de las reflexiones que dedica a las resistencias en clave de género en contextos extractivistas. “No solo tienen que ver con esa representación de las mujeres al frente poniendo el cuerpo, sino además con la defensa territorial que está en el sostén de la vida, en el trabajo de cuidado y en enseñar lo que significa permanecer, preexistir en los territorios y movilizar a lxs más jóvenes a que resguarden”, relata Melisa.
Son ejes centrales al pensar modos de resistencia frente a la avanzada extractivista neoliberal que se extiende en toda Latinoamérica y silencia identidades.
-Pienso en las posibilidades de los territorios que se recuperan o se resguardan y cómo por ejemplo en Neuquén, las comunidades de la zona conocida hoy como Vaca Muerta están atravesadas por infraestructuras petroleras, por caños de gas, camiones, en un avasallamiento contundente y material del extractivismo. Cruza los territorios, genera sismos, parte la tierra y las casas. En Lof Lafken Wincul Mapu luchan por siete hectáreas para muchísimas familias. ¿Cuántas hectáreas tienen Benetton, Joe Lewis y la Sociedad Rural? Es absurda la criminalización y persecución de nuestra gente por una mísera parte de los territorios que en realidad nos corresponden.
La gravedad de lo que ocurrió en los territorios y con las mujeres detenidas desencadenó la renuncia de la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.
-La renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta fue una respuesta que nos sorprendió y que no deja de conmovernos y movilizarnos. Nos preguntamos qué le seguirá a ese ministerio, qué lugar ocupa, sea esta u otra ministra. Cuando detenían a las mujeres separándolas de sus niñes, nosotras exigimos un posicionamiento y un pronunciamiento del Ministerio, más allá de la dificultad de poder accionar medidas, aunque la renuncia es válida y es una acción en sí misma. Debemos observar las posibilidades de estos espacios, producto de la lucha de los feminismos, pero seguimos demandando a los feminismos más institucionalizados que de alguna manera respondan con acciones, que se pronuncien, para poder decir realmente estamos todes dentro de ese gran colectivo.
¿Las resurgencias mapuche que planteas en tus investigaciones reactivan esas defensas territoriales?
-Desandar las violencias, comprenderlas y buscar revertirlas para cambiar el presente y el futuro, forma parte de las búsquedas de cómo volver a ser mapuche y retornar a los territorios en comunidad. Lo escribo como resurgencia mapuche porque es más que autoreconocerse o autoreafirmarse. Tiene que ver con reconocer los sistemas opresivos, racistas, patriarcales y clasistas que nos despojaron no solo de los territorios, sino de nuestra identidad, y eso se vivencia y se comparte en las experiencias subjetivas de las personas que aún no están organizadas en forma colectiva. Ese salir del closet, una analogía bien clara, que es el closet del racismo, del mantener guardada esa identidad, y las violencias que eso condujo, sobre todo sexuales. Prácticas que lamentablemente también surgen en nuestra genealogía del pueblo mapuche: somos las mujeres quienes estamos poniéndolas sobre la mesa hace algunos años. No solo violentó el patriarca terrateniente, nuestros propios hombres también violentaron. Ya no hay tolerancia, cada vez resuenan más experiencias y denuncias al interior de las comunidades. Todas hablan de cómo el patriarcado nos fue destruyendo, despojando y silenciando. En esta construcción no queremos que haya violencia patriarcal, machista ni sexual.
¿Cómo podrían incorporarse en estas luchas comunitarias los feminismos y proyectar un pensamiento-acción?
-Ha habido muchísimas convergencias de los feminismos, y dentro de ellos se encuentran las voces de mujeres mapuche, con diferencias sobre cómo posicionarse. Nosotras nos inclinamos por ensamblar mucho más las posibilidades y la potencia de los feminismos, de revincular la categoría fundamental cuerpo-territorio, recuperada de los feminismos comunitarios maya, quechu y aymara, sobre todo de las producciones de pensadoras indígenas como Lorena Cabnal, Gladys Tzul Tzul y Aura Cumes. Son muchas las problemáticas y resistencias que se desplegaron en torno a la defensa del cuerpo, desde el abordaje de las violencias hasta elegir abortar o parir. Sin embargo, el concepto cuerpo-territorio aún parece metafórico, cuando la configuración y la agencia de esos cuerpos son en torno al territorio. Llamamos entonces a darle más contenido y a poder dialogar desde ahí ¿Porque si no qué queda de las corporalidades diversas en territorios atascados? Es fundamental además construir feminismos situados y que estas reflexiones estén paradas sobre la tierra y sobre los territorios, recobrando aportes de los feminismos decoloniales, poscoloniales, pero reitero que en este sur que habitamos es indispensable remitirnos al genocidio del Estado, como evento estructurante de esta actualidad, si no será difícil repensar prácticas y acciones.
Melisa subraya que los mecanismos represivos como el desplegado en Lof Lafken Wincul Mapu atacan el sostén de la vida y su reproducción, “de la que forman parte mujeres, hombres y les niñes que continuarán ese proyecto, pero también se ataca la posibilidad de resurgencia identitaria. Son prácticas aleccionadoras que disciplinan a otres”. Dice que el accionar político, judicial y de las fuerzas de seguridad amedrenta a quienes se encuentran en un proceso de resurgencia. “Si evaluás el panorama de lo que ocurre, ni siquiera te conviene reconocerte, porque va a implicar mayor estigmatización y persecución, y afecta profundamente a esa experiencia nueva, que todavía necesita acuerparse y colectivizarse, algo fundamental para las resurgencias mapuche, que ocurren en relación con les otres pero requieren de les otres para poder sostenerse”, revela. “Todo este desmembramiento que vemos en la comunidad Lafken Wincul Mapu es una manera de debilitar y de atacar, como por ejemplo la oleada de discursos racistas y de ataques personales a nuestra organización.”
Enumera mensajes de odio, llamados violentos, pancartas irracionales con la bandera celeste y blanca. Levantan, asegura, la consigna que sonó con estridencia en la marcha de “El Banderazo”, a principios de octubre en Bariloche, contra la recuperación de los territorios mapuche. “Gritaban ´Roca volvé, que no terminaste tu trabajo´”, lamenta Melisa. «La derecha conoce bien estas formas de despojar, de debilitar, de separar a las mujeres de sus niñes, de desmembrar familias y arriarlas como animales a miles de kilómetros. Son dispositivos históricos que atentan contra el fortalecimiento comunitario que construimos en el día a día, y que esta sociedad tan defensora de la propiedad privada y de los derechos individuales no es capaz de reconocer y menos de valorar. Repudian nuestra lucha por mostrar otra forma de vivir que dispute la dominante, se hacen eco de esos discursos de odio racista y tienen una falsa conciencia de clase y del lugar que ocupan. Es tal el sometimiento ideológico, que eligen ser parte de ese discurso capitalista, tan reafirmado durante el gobierno de Macri.”
El despojo histórico y la persecución a las mujeres y a sus niñes son una extensión de ese ataque furioso a la espiritualidad que denunciaron en la conferencia de prensa.
-Atentar contra la espiritualidad es otro mecanismo del primer genocidio sobre estos territorios, que estableció dentro del entendimiento de esa figura el etnocidio o el acallar para imponer otra espiritualidad, una religiosidad monoteísta, católica, cristiana. Es una cacería de brujas, esa idea sobre la que Silvia Federici hace un trabajo extenso. En las persecuciones, represiones y allanamientos van construyendo la idea de brujas, por ser mujeres y por tener sabidurías y espiritualidades puestas en práctica para sanar, para revitalizar y cuidar. Nuestras lamien nos decían que les sacaron todos los elementos tradicionales. En el penal de Ezeiza las desnudaron, les quitaron sus vestimentas, sus chaguai, sus joyas, el munulongko, su pañuelo, que es una protección. Microdespojaron todo lo que para ellos representa peligro.
¿Encerrar a las mujeres significaría un nuevo giro para crear otros escenarios de potenciales peligros alrededor de las comunidades mapuche?
-Claro, porque como pueblo estamos más acostumbrades a que se criminalicen las masculinidades en defensa de los territorios. Es muy alarmante ver qué estrategias pueden encontrar para sobredimensionar esa idea de peligrosidad que generan. En este caso, utilizan mecanismos sutiles, con su núcleo tomado de la Inquisición, y de sentenciar qué es lo que atenta sobre la soberanía nacional.
El próximo Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades será en Furilofche/Bariloche, y además a fines de octubre se celebrará el Encuentro de Mujeres Mapuche, en Neuquén, que abre nuevas discusiones.
-Que el 36° Encuentro Plurinacional tenga sede en Río Negro acompaña la urgencia de hacer resonar voces de resistencia desde territorio mapuche, para fortalecer nuestra lucha y seguir entramándola. Nos llama al desafío como mujeres mapuche y como organizaciones a hacernos parte de este espacio, de manera colectiva, y como proyección de nuestros encuentros internos para construir ese horizonte entre los feminismos, donde podamos establecer agendas comunes contra el despojo territorial, el despojo de nuestras identidades y de nuestros existires y resistires, que continúan ocurriendo. El Encuentro de Pueblos Originarios, en Neuquén, por su parte, se celebra a 30 años del Encuentro de la Nación Mapuche, en la misma provincia, y que unió a Gulumapu y Puelmapu, mapuches de oeste y del este del Wallmapu. Tendremos nuestro encuentro como Confederación Mapuche Neuquén y como pu somo, somos mujeres, en un espacio interno para repensarnos en esta interculturalidad, y para definir líneas de acción sobre la defensa de los territorios, la espiritualidad, y sobre otras situaciones dramáticas como la del Volcán Lanín en tanto sitio sagrado, y que una resolución nacional dejó sin efecto.
¿Qué anhelan?
-Poder encontrarnos y ver los modos en los que queremos posicionarnos. Estoy convencida de que el feminismo mapuche es una alternativa, y que debemos fortalecer esa idea con todos estos saberes. Ojalá que en el próximo Encuentro podamos darnos ese acuerpamiento alentador y colectivo en las calles, siempre juntas y entramadas, para seguir disputándoles a estos órdenes que nos oprimen.
Y que pronto puedan volver a abrazar a esas compañeras que permanecen en el encierro.
-Es lo que más se espera y se sueña para seguir despabilando. Cada noche nos dormimos y cada día nos despertamos queriendo saber de ellas. Hoy me desperté soñándolas.