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14 noviembre 2024

Poeta Mapuche Eliana Pulquillanca Nahuelpan y cuatro poemas de su diáspora y viajes en Chile y Wallmapu

Eliana Pulquillanca nació en la Comunidad de Piutril, San José de la Mariquina en 1963. Es Poeta mapuche y durante sus vivencias por 30 años en Santiago comenzó a escribir sus textos llenos de la cultua Mapuche, especialmente de su zona williche y lafkenche.



VENGO

“Siento decirles”
que vengo saliente del humo más espeso del canelo,
floreciendo de la gavilla,
entre desparpajos de las coles.

Vengo de los lares que han quedado en agonía,
del fango repugnante pa’l que viste de etiqueta.

Vengo maullando entre ranas y los sapos,
me deslizo en la sabia petrificada de los ulmos.

Vengo de la cresta diminuta de esta patria,
que aún no ha puesto entre sus mapas,
ni en líneas de enciclopedia,
el lugar en que mis ojos vieron luz,
un día entre bostas de las vacas.

Donde la lluvia es hermana de las papas.
Donde no hay caminos de cemento,
ni plazas de algodones que puedan absorver
la brusca soledad de las vertientes.

Vengo del trabajo de las madres,
reciclando entre mordiscos
los recuerdos más profanos.

Vengo de donde el rocío penetra entre las sienes
y de donde los chacalles me cedieron sus espinas.

NACI

Nací en la tierra,
en el mar,
en la cumbre de una montaña
donde cada madrugada,
se respiraba el pulso de las vertientes azulinas
que brotaban de las venas ancestrales.

Nací del pasto firme que subió a mis sienes
y se cobijó en el alma de nuestro suelo.

Y fui niña danzando en lakutun.
Mis manos amoldaron el trigo,
el huso, la rueka, el telar
abrigaron mi cuerpo.

Y con las hebras del Foqui,
cogí una estrella para volar.

EMIGRANTE

Los zapatos de invierno,
un bolso de lana,
de Estación Mariquina
una tarde se vino.

Por la madrugada
el vagón 1981
la gran ciudad le mostró.

Distantes quedaron
los campos de su Valdivia natal,
el amable Calle-Calle,
los volcanes de sombreros blancos
donde anidan los espíritus,
los lagos de aguas mansas
allá por el verde sur.

ES MI PALABRA

Mis palabras son simples,
no llevan serpentinas.

Mis poemas son réplicas de un pueblo valiente,
mi palabra es camino pedregoso.

Yo canto el dolor de los árboles cortados.

Mi canto florece como foye,
es agua que fluye del Lafkenche.

Mi palabra es sol, es lluvia, tormenta
es sendero de invierno.
Es tierra… simplemente.

Mi palabra es surco,
es semilla que se para en el cemento,
es trueno que hiere al racista,
es lágrima que se une al Bío-Bío.

Yo hablo de la lucha,
de la fuerza,
de la rabia retenida,
de la paciencia colmada.

Me duelen los golpes que en Lumaco
azotan el rostro de mis hermanos.
Es mi sangre la que brota.
En Traiguén los abuelos bosques,
han sido reemplazados por pinos y eucaliptus,
que secan el agua, enferman la tierra.

En Lleu-Lleu los espacios a recuperar,
los azota la furia policial.

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