Illapu participa en la transformación de la forma en que se concibe la indigeneidad. “La transformación de sus procesos creativos ocurre en paralelo con la emergencia de un sujeto político mapuche público, claramente identificado como tal».
Valparaíso , 25 de septiembre de 2024. (diariomapuche.cl)– «Escuchando el sonido mapuche en Illapu» es el título de un artículo publicado en la prestigiosa revista científica “Popular Music” de la Universidad de Cambridge, con autoría de la musicóloga Laura Jordán González. El estudio muestra como esta banda de música andina y mixtura de diversas corrientes musicales del cono sur ha mantenido en su trabajo de más de 50 años la presencia de instrumentos, ritmos y demandas políticas de las comunidades Mapuche, pero sin apropiarse del protagonismo de lo que fue, es y quiere ser este pueblo indígena.
Laura Jordán González es Doctora en musicología y académica de la Universidad Católica de Valparaíso. Sus investigaciones abordan la voz en la cueca, el timbre en la Nueva Canción Chilena, las prácticas musicales de auditores en dictadura y exilio. En 2022 publicó el libro Trafülkantun: Cantos cruzados entre Garrido y Curilem en coautoría con Andrea Salazar, libro sobre canto mapuche.
Desde diariomapuche.cl le preguntamos a Laura ¿Qué es ser musicóloga en Chile?… y responde esto: “La musicología es una disciplina académica que se dedica a investigar las músicas y todos los tipos de músicas en sus aspectos de sociales, culturales y también estéticos. En el caso de Chile sobre todo hay investigación histórica y cada vez más atención a las músicas populares. Yo me inscribo en el campo de estudios que se interesan en la intersección entre música y política”.
Para seguir, el asunto de Illapu y el tema Mapuche, Jordán aborda cuatro canciones del amplio repertorio de Illapu (más de 30 discos) incorporaron primero instrumentos y ritmos mapuches (en la década de 1970), luego agregaron letras comprometidas que tratan sobre la historia mapuche (en la década de 1980), y finalmente interactuaron con oyentes y artistas mapuches (en las décadas de 1990 y 2000),
La musicóloga afirma que Illapu participa en la transformación de la forma en que se concibe la indigeneidad. “La transformación de sus procesos creativos ocurre en paralelo con la emergencia de un sujeto político mapuche público, claramente identificado como tal. Al posicionarse como agentes ejemplares ‘moreno/mestizo’, los miembros de Illapu logran expresar las demandas políticas mapuches actuales sin recurrir a la suplantación”.
Aquí publicamos la Conclusión del Estudio
Conclusión de estudio «El sonido mapuche en Illapu» de Laura Jordan González
Como una banda históricamente conectada al movimiento de la Nueva Canción, el enfoque de Illapu hacia la cultura mapuche exige un examen cuidadoso de las formas en que la música indígena es manejada, imaginada y ejecutada por artistas comprometidos. Lo que este artículo discute es el enfoque específico de los mapuches en Illapu; una perspectiva más general y comparativa sobre las representaciones indigenistas de la Nueva Canción chilena, así como sus potenciales gestos de diálogo intercultural, merecería un estudio aparte. En el caso de Illapu, sostengo que la transformación de sus procedimientos creativos se despliega en paralelo con la aparición de un sujeto político mapuche públicamente identificable. Esto significa que, por un lado, Illapu se destaca desde el inicio de su carrera por representar elementos mapuches a través de estrategias indigenistas típicas: la inclusión de patrones rítmicos tradicionales e instrumentos, así como letras alusivas a la historia indígena.
Esto es evidente en la versión de Illapu de la «Tocata y fuga» de Violeta Parra, para la cual introdujeron un patrón rítmico purrun junto con algunos gestos melódicos tocados con la quena que evocan el sonido de la trutruka. Las mismas estrategias aparecen en la segunda versión de «Arauco de Pie» de Illapu. Esta última canción también expresa indigenismo bajo la forma de una narrativa heroica contada en la cantata El Grito de la Raza, la obra mayor a la que pertenece «Arauco de Pie». Esta obra presenta a un valiente guerrero mapuche de los tiempos coloniales pasados, una figura que permite enfoques inspiradores sin garantizar un reconocimiento contemporáneo de la existencia indígena. Este parece ser el tratamiento más común de los indígenas por parte de los músicos de la Nueva Canción Chilena.
Por otro lado, de manera más singular, Illapu reformula su interés en la cultura mapuche a través del establecimiento de un diálogo con artistas mapuches; un punto de inflexión que coincide con un período político que el historiador Fernando Pairicán (2014) ha llamado la ‘mapuchización’ de las demandas sociales. De hecho, la irrupción del sujeto político mapuche en la esfera pública chilena en la era postdictadura implica escuchar sus voces. La canción de Illapu sobre Ralco, escrita en conjunto con el poeta mapuche Elicura Chihuailaf, redefine las posibilidades de colaboración y solidaridad de los músicos populares chilenos en relación con los pueblos indígenas. «Bío Bío Sueño Azul» introduce el sonido del mapuzugun a través de emisoras convencionales de una manera poco familiar para las audiencias chilenas e internacionales.
Incapaces de entender los significados de las palabras pronunciadas por el poeta, el mero sonido mapuche cambia la percepción de su cultura. Este sonido reconoce a los mapuches como agentes contemporáneos. Del mismo modo, una serie de colaboraciones con los mapuches socavan los vestigios del indigenismo representacional para permitir la plena emergencia del sujeto indígena vivo. Finalmente, la versión de «Nuestro Mensaje», una canción escrita por músicos mapuches de Argentina, en la que se narra el asesinato de un weichafe mapuche, adopta sonoridades del rock, así como un sentido de colectividad construido a través de texturas sonoras. El enfoque de Illapu hacia la música mapuche, por lo tanto, muestra un desarrollo relacionado con la conciencia política.
Es evidente que la credibilidad de Illapu radica en la participación constante de la banda en eventos comunitarios, así como en la difusión de demandas sociales en escenarios convencionales como teatros municipales y escenarios importantes como el Festival de Viña del Mar. Así, su ejercicio como «agentes ejemplares» ha permitido que expresen las luchas mapuches —e incluso que ondeen banderas mapuches— sin una oposición destacada por parte de organizaciones indígenas. Más que estar blindados contra las críticas, una percepción de «fidelidad» se ha extendido entre las audiencias —que se identifican afectiva o genealógicamente con la indigeneidad/mestizaje— lo que ayuda a Illapu a sostener una imagen pública alejada de discusiones sobre apropiación cultural.
Sin embargo, un examen crítico de los esfuerzos de la Nueva Canción que involucran la promoción de narrativas indígenas debe abordar las diferentes agencias y estructuras de poder en juego. Para este debate, es crucial considerar el activismo político de los músicos, en la medida en que sus decisiones estéticas están informadas y consolidadas a través de sus acciones sociales. Siguiendo a Nahuelpán, uno debe interrogar la efectividad de las obras artísticas para desmantelar las condiciones de injusticia bajo las cuales viven muchos pueblos indígenas, y no solo para denunciar dichas condiciones.
Es por eso que un análisis crítico de los procesos creativos debe tener en cuenta los discursos y las actuaciones más allá de la escena. Más particularmente, se debe prestar atención al establecimiento de proyectos colaborativos donde los sujetos indígenas efectivamente actúan como «interlocutores de igual estatura» (Tucker 2011, p. 395) y no solo como objetos de inspiración. Ciertamente, se espera de músicos comprometidos como Illapu que se comporten como agentes ejemplares, que «hagan una diferencia, en la forma de canciones, sonidos y estilos diferentes» (Toynbee 2000, p. x)