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07 septiembre 2024

Raíz mapuche-huilliche vive, sobrevive y se consolida en territorios de Futrono

En el aniversario 83 de nuestra comuna, una revisión de cómo la raíz mapuche-huilliche vive, sobrevive y se consolida en los topónimos del territorio.


Por: Mario Guarda
Diario de Futrono
julio de 2024


Futrono, viene del mapudungun Futronhué, que significa Tierra de Humos. Nombre que viene de la antigua usanza de encender fogatas en las orillas del lago para comunicarse con los habitantes de las islas del Ranco.

Esa es la tarjeta de presentación que todos escuchamos o leemos al consultar por el significado del nombre del poblado y comuna de Futrono.

Allí tenemos la primera aproximación a las raíces que determinaron la forma en la que denominamos a los distintos lugares que componen la comuna, los nombres propios que de tanto repetirlos son parte de nuestro vocabulario habitual, pero ¿nos hemos detenido a analizar esos nombres y conocer sus significados?

Todo ese conjunto que hace de la toponimia local tan interesante, viene de la cultura mapuche-huilliche y su lengua el chezugún, una herencia rica en cuanto a fonética y significados, comúnmente haciendo referencia a las características de un espacio geográfico y testimoniando, a través de la lengua, cuanto abarcó la ocupación de los habitantes originarios.

Por eso es válido preguntarse ¿Qué habría sido de este y otros territorios si el mapuche-huilliche no les hubiera otorgado sus topónimos en la lengua primera que se escuchó aquí? En primera instancia, tendríamos a todo el santoral católico distribuido en cada rincón de la comuna.

Eso es fácil de reconocer si echamos una rápida mirada sobre el territorio, los topónimos indígenas se concentran más de acuerdo a cómo vamos avanzando desde el valle central en dirección a la zona lacustre y cordillerana.

Empezando por Santa Laura, San Luis, Santa Cristina, Santa Teresa y San Andrés (sin considerar el latifundio denominado Santa Isabel), encontramos también a Las Quinientas, Vista Hermosa o La Estrella, toda una muestra de la llegada y asentamiento de colonos. Aun así, en ese tramo lograron sobrevivir, por ejemplo, los nombres propios de Nontuelá, Loncopán, Dollinco, Coique y Cun Cun.

Desde Futrono urbano a la cordillera la situación se invierte y se descubre una abundante y generosa cantidad de topónimos desde el chezugún, como; Pumol, Quimán, Llasquenco, Mariquina, Caunahue, Llifén, Chollinco, Los Llolles, Cudico, Arquilhue, Curriñe, Chabranco, Maihue, Maqueo, Hueinahue. Y también unos pocos nombres netamente del idioma español; Puerto Las Rosas, Cerrillos, Bellavista, Santa Juana, río Blanco.

Además, el chezugun sigue vivo en la flora y la fauna, en lugares como Los Chilcos, Los Arrayanes, Diolón, Huequecura o Caunahue. Otros conservan su nombre, afortunadamente, a pesar de haber sido rebautizados al español, como el río Blanco, cuyo nombre real es Pillanleufu, río del pillán, en referencia a que nace del volcán Choshuenco.

Ranco y Huapi

Una mención aparte merece los nombres propios de Ranco y Huapi. El primero porque al parecer el nombre actual del lago no es el original.

La denominación que existía en la época de la conquista española, registrada por Mariño de Lobera en su “Crónica del Reino de Chile”, escrita en la segunda mitad del siglo XVI, indica que hay: “Una provincia llamada Rauco, en la cual hai una laguna llamada Arcalauquén de treinta leguas de diámetro”.

El cronista español agrega que en sus orillas hay una importante población de indígenas, quienes también habitan algunas islas del lago.

En tanto Huapi significa literalmente “isla”, por lo cual en la práctica significa una redundancia cuando decimos isla Huapi y en escritos de tiempos de la colonia y hasta el siglo XIX se le nombraba como “la isla de Ranco” o “gran isla de Ranco”.

Topónimos como sobrevivencia cultural

En esta época celebramos el aniversario de Futrono, pero Futronhué resiste y se niega a ser derrotado, no aceptó la asimilación y se quedó con nosotros en el nombre del río, del cerro, del bosque, del lago, del sendero, del animal y del árbol.

Por último, es necesario señalar que los topónimos mapuche-huilliches son muy apreciados en el ámbito del emprendimiento turístico, lo cual da un impulso renovado a estas denominaciones.

A continuación, algunos topónimos del territorio comunal de Futrono advirtiendo, eso sí, que hay quienes puedan estar o no de acuerdo con los significados al español que se indican, ya que puede haber variaciones entre los distintos autores consultados para este recuento:

Arquilhue: Lugar del que se han retirado las aguas.

Calcurrupe: Sendero de brujos.

Caunahue: Tigre mojado.

Chiguaico: Agua de neblina o estero con neblina.

Chihuío: Paraje de jilgueros, originalmente denominado “Chihuihué”.

Chollinco: Agua que brota.

Choshuenco: Nueva agua amarilla.

Colihuacho: Nombre del tábano.

Cudico: Agua de piedra de moler o estero que provee piedras para moler.

Cuimilahue: Originalmente «Cullinmillahué, que significa lugar de arena de oro.

Cun cun: Del ave nocturna conocida como Concón.

Curriñe o Curringue: Es negro.

Diolón: Moscardón.

Dollinco: De dollúm, chorito de agua dulce. Agua con choritos.

Filopulli: Cerro de culebras.

Fiuco: Agua o estero de fio (ave).

Huequecura: Piedra del carnero, en referencia al macho del chilihueque, camélido extinto.

Hueinahue: Tigre solitario.

Loncopán: Cabeza de león.

Los Llolles: En referencia a la ancestral técnica de pesca con llolles o nasas.

Llivén, Lifen, Llifén: Aurora clara o arrebolar.

Maihue: Vaso de madera para beber. Otros autores lo traducen como lugar inundado.

Mariquina: Diez linajes.

Nontuelá: Balseo de muertos.

Pichilumaco: Esterito con lumas.

Pumol: Pajonal pantanoso.

Quilquilco: Lugar de helechos.

Quimán: Sabré.

Ranco: Aguas traicioneras.

Sichahue: Trampa para cazar pájaros.

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