Concepcicón, 07 de junio de 2023. (UDEC)– La palabra mapu (tierra en mapuzungún) está presente en la denominación de la nueva estructura química encontrada en un hongo que habita los bosques de la zona centro sur de Chile, en el marco de un proyecto internacional del que la Universidad de Concepción (UdeC)es parte.
El hongo es una especie del género Cortinarius y el compuesto corresponde a un tipo de antraquinona, que es la estructura que da soporte a ciertos pigmentos en hongos, pero también en plantas o insectos.
“Muchas de las antraquinonas, aparte de su nombre estructural químico, que puede ser complicado, han recibido un nombre común, más fácil de recordar. En este caso le pusimos mapucibina (mapu cybin) al compuesto nuevo; usamos mapu, para hacer una referencia al territorio ancestral en que crece el hongo que genera el pigmento”, explica el Dr. Norbert Arnold, investigador del Instituto Leibniz de Bioquímica Vegetal (IPB, de Alemania).
El Dr. Arnold estuvo por dos meses en la UdeC en una nueva visita vinculada al proyecto El potencial escondido de la diversidad de cortinarios dermociboides en Sudamérica (Posadec, en su sigla en inglés), financiado por el programa europeo DACH, de colaboración internacional Alemania-Austria-Argentina-Chile.
La contraparte chilena está representada por la UdeC, con el Dr. Götz Palfner, investigador del Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, quien es jefe del Laboratorio de Micología y Micorrizas, donde trabajó Norbert Arnold durante su estadía, en la que realizó terrenos por distintos puntos del sur del país, aprovechando la “temporada de hongos”.
Linajes australes
La mapucibina es uno de los hallazgos relevantes del proyecto multinacional, cuyo objetivo es determinar la diversidad biológica de hongos cortinarios y sus compuestos en el cono sur, de manera de llenar los vacíos en torno a los linajes australes de este género.
“Nos interesan particularmente los hongos dermocybes, que se caracterizan por tener colores llamativos, que es lo que define a este género y que corresponden al mismo tipo de compuesto químico, las antraquinonas”, explica Palfner.
La idea es investigar a este grupo desde el punto de vista químico, morfológico y filogenético, y también conocer su bioactividad, acota el Dr. Arnold, quien es responsable de la parte química.
“Estamos usando todas las herramientas que ayuden a dar luz sobre la diversidad de este género”, complementa Götz Palfner, quien hace los análisis morfológicos.
Los científicos cuentan que la última vez que se estudiaron los Cortinarius del grupo Dermocybe del cono sur fue en los años 70; pero en cinco décadas, y con nuevas herramientas, el panorama de este grupo ha cambiado.
“Fueron solo dos especialistas que estuvieron apenas unos pocos meses acá, y fundamentalmente en Argentina; hicieron un gran trabajo de descripción de especies, pero después de tanto tiempo se requieren actualizaciones. También se han descubierto más especies”, acota el académico de la UdeC.
Divergencias evolutivas
Los cortinarios dermociboides también existen en otras partes del mundo, como en Europa, África y Australia, pero sus antraquinonas son diferentes, por lo cual estos compuestos pueden ayudar a evidenciar divergencias evolutivas en este grupo fúngico.
“Chile es interesante porque tiene bosques de Nothofagus circunscritos al área de Gondwana (la zona de contacto de cuando el continente estaba unido a África, Australia y la Antártica). Mientras Australia se movía hacia el norte, los Nothofagus fueron reemplazados por eucaliptus. Durante esa evolución las dermocybes se adaptaron a ellos, cambiaron parte de su biosíntesis”, dice el Dr. Arnold.
“Aquí están los bosques originales de Nothofagus, con que las dermocybes que crecen aquí forman simbiosis obligada, entonces serían las más ancestrales del género, eso se refleja en la calidad de sus pigmentos; mientras que las especies del hemisferio norte serían más recientes en términos evolutivos”, agregó el investigador alemán.
Clasificar con pigmentos
De ahí la importancia del hallazgo de una nuevas estructuras como mapucibina -cuya publicación está aún en preparación- porque puede dar pistas de las conexiones entre especies de los dos hemisferios y aportar información sobre la evolución del grupo.
Así, los pigmentos se suman a las metodologías que tradicionalmente se usan para estudios de clasificación de hongos.
Los investigadores reconocen que no se sabe cuál función natural de los pigmentos en los hongos. “Solo podemos especular que podrían servir, por ejemplo, para atraer insectos que ayuden a dispersar sus esporas”, comenta Norbert Arnold, señalando que se conoce ampliamente su uso tradicional en el tinturado de lanas.
Por otro lado, el Dr. Palfner llama la atención sobre una característica que han observado en estos compuestos. “Estas antraquinonas son fotoactivas, cambian su actividad biológica con la luz; en el proyecto se está viendo la posibilidad de usar las moléculas como fotoprotectores”, agrega el Dr. Palfner.
Ambos investigadores han estado trabajando desde hace dos años en este proyecto, pero el vínculo de colaboración se remonta a 2011. Desde entonces, el Dr. Arnold visita la UdeC para estudiar especies fúngicas de Chile junto al Götz Palfner, complementado sus áreas de especialidad, la química y morfología de hongos.
El académico Norbert Arnold regresó a Alemania, luego de dos meses que calificó como muy fructíferos, con el compromiso de volver en el próximo otoño; porque -como dice- la investigación en hongos requiere repetir varias veces los terrenos en los mismos lugares.
El proyecto Posadec, que se extiende hasta 2026, es conducido desde la Universidad de Insbrook (Austria) y en él participa también un grupo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Esquel (Argentina).