Defensa de Loncon
Señor Director:
Creo que la circunstancia en que se ha visto envuelta la profesora Elisa Loncon tiene dos dimensiones. Y que se ha subrayado solo una de ellas, y no la más importante.
Es verdad que ella, o la universidad a la que pertenece, han cometido un error, que seguramente se enmendará, al negarse a hacer públicos los antecedentes que se le han solicitado. Aceptemos eso.
Pero también es verdad —es cosa de mirar las redes para advertirlo— que ella ha sido objeto del más repudiable racismo y clasismo, que en nuestra sociedad abunda. Se han burlado de ella por la manera en que habla el español o pronuncia el inglés. O de la forma en que se viste para comparecer en la escena pública. Todo esto es simplemente inaceptable. Burlarse de una persona porque se viste como su cultura le enseña, o de los marcadores socioculturales que revela su expresión —y servirse de eso para sembrar sospechas sobre sus certificados académicos—, es un acto inaceptable de discriminación, puesto que significa reprochar o transformar en motivo de rechazo y de trato desigual el origen cultural que su habla o su vestimenta revelan y que ella, con toda razón, exhibe.
Hay también en todo esto una cuestión de clase. En nuestra sociedad las personas de clase alta suelen hablar impunemente mal: abundan los que, seguros de su posición social, se permiten torturar el castellano o adornar su habla con coloquialismos y con garabatos (además de tonterías). Pero si una persona, como la profesora Loncon, frasea el castellano o pronuncia el inglés revelando su lengua materna y su origen étnico, ello desata burlas y las más variadas sospechas.
Extraña que en estos tiempos feministas y cuando se reclama paridad en los directorios de las sociedades anónimas, se guarde silencio frente a las agresiones de que ha sido víctima Elisa Loncon y no se advierta que ella es un ejemplo de valor, resiliencia y desempeño en una sociedad donde la clase, el género y la etnia deciden el destino de tantos.
Carlos Peña: Carlos Hernán Peña González es un abogado y profesor universitario, desde el 2005 es rector de la Universidad Diego Portales y columnista dominical del diario El Mercurio.